La piscina

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y al abrir los ojos vi a Juan que con su polla a tope me miraba con una sonrisa, había visto mi primera masturbación y le había gustado, salí avergonzada de la ducha, me cogió por el brazo y me llevó a la cama, se estiró esperando mis caricias pero al acercar la mano a su polla me dijo:

  • Con la mano no, con la boca.
Nunca le había hecho una felación ni tenía mucha idea de hacerlo pero no lo dudé, con más ganas que arte la puse en la boca, algo que hasta aquel día veía como sexo sucio lo estaba haciendo y me gustaba. No sé si por la novedad o por qué no lo hacía tan mal, Juan empezó a gemir y cuando estaba a punto de correrse me avisó, supuse que era para que sacara la boca pero si había llegado a aquel punto no lo haría a medias, le dije sacando un momento la boca:
  • Quiero saborear tu leche
Y volví a ponerla todo dentro, noté fuertes chorros de algo caliente que entraban en mi garganta, tenía un sabor salado, no era tan desagradable como esperaba, Juan no paraba de sacar leche, al final no pude seguir tragando y dejé que se me saliera, cuando acabó saque la boca y con los labios llenos de leche le hice una sonrisa, mi marido estaba satisfecho pero yo quería algo más así que me estiré a su lado con las piernas abiertas y señalando el coño le dije:
  • Cómetelo
No se lo pensó, inmediatamente puso la boca en el coño y empezó a comerlo, poco podía comparar pero me gustaba mucho, yanto que en poco rato me corrí violentamente teniendo la sensación que me estaba meando, cuando acabé sacó la cara y estaba empapada, me sentía mal por no haber podido reprimirle, me dijo:
  • Ya sé que es la eyaculación femenina
Aquello me tranquilizó, era otra cosa que había leído, creía que se trataba de una leyenda urbana pero al parecer yo podía.
Ya no nos separamos, dormimos abrazados toda la noche.
Cuando me desperté por la mañana hice balance de lo que había cambiado todo en solo un día, miré como mi marido dormía feliz, me sentía en el cielo, podía oír que nuestros amigos ya estaban en la piscina, me puse el bañador y salí, habían pedido desayuno para los cuatro, que detalle, pensé. Esperando que Juan se despertara estuvimos bañándonos y tomando el sol, yo con un bañador pudoroso y mi amiga con las tetas al aire, media hora más tarde salió y desayunamos, no teníamos un plan definido así que nos quedamos descansando en la piscina toda la mañana, un momento que nos quedamos solas ya que nuestros maridos estaban en el agua María me dijo:
  • Con lo guapa que eres, por qué te tapas tanto?
  • No sé, dije con ciertas dudas, nunca me he puesto otro tipo de bañador
  • Ya me di cuenta ayer, tienes las tetas y el vientre blancos, estando entre amigos, no te atreves a bajártelo?
Pensé que de no estar entre amigos seguro que con lo que había pasado en 24 horas nos estaríamos bañando desnudos pero le dije:
  • Me da mucha vergüenza, además, no sé si a Juan le gustaría
  • Eso es fácil de saber, se lo preguntamos
  • No seas loca, le dije riendo
Y se acabó aquí la conversación pero lo que no sabía eran sus planes, cuando Juan y José regresaron se tumbaron a nuestro lado, estaba boca arriba, María se incorporó y le dijo a mi marido:
  • No crees que tu mujer es demasiado guapa para tenerla tan tapada?
Y sin decir nada más puso sus dedos en la tira del bañador que rodeaba el cuello y tiró del lazo, la verdad es que no hice nada para evitarlo, miré a Juan que parecía desearlo, María fue bajando lentamente las tiras arrastrando el bañador, mis tetas fueron quedando descubiertas poco a poco, me sentía orgullosa de enseñarlas, no me atrevía a mirra la reacción de José pero sí que me di cuenta la de Juan entre las piernas, mi amiga acabó de bajarlo hasta que quedó convertido en unas simples braguitas, por primera vez otro hombre las veía y no solo no me importaba, me gustaba.
Mi amiga me dijo que me pusiera crema, el sol quemaba mucho y era una zona no acostumbrada, añadió:
  • Y si no lo haces Juan no te las podrá tocar en muchos días
Nos reímos del comentario, al pasar la crema fui consciente que estaba excitando a los dos hombres con mis caricias en las tetas, no hice nada para que así fuera pero tampoco lo evité, me gustaba!
Tardé poco en sentirme cómodo, el que no lo estaba tanto era mi marido, su empalme no cesó, claro que yo también estaba muy caliente.
Nos bañamos sin que me subiera el bañador, andar con las tetas libres me estaba gustando, y cuando José llamó al servicio de bar, no me importó que el camarero me pillara con ellas a la vista.
Se acercaba la hora de comer, decidimos hacerlo en la piscina, María nos dijo:
  • Nosotros nos encargamos, creo que vosotros necesitáis un rato de intimidad
Estaba claro que lo había notado todo y no hacía falta excusas, entramos en la habitación donde mutuamente nos arrancamos la poca ropa y el resto podéis imaginarlo.
Antes de salir fui a ponerme el bañador, Juan me dijo:
  • Por qué no te pones el tanga que te regalaron?
Me parecía atrevido, si bien por delante tapaba bastante, por atrás dejaba todo el culo a la vista pero decidí hacerlo, busqué en la bolsa, lo había dejado donde no molestara pensando que nunca lo usaría, me lo puse, me quedaba muy bien, hice que todos los pelos quedaran en el interior. Cogidos de la mano salimos, al verme con aquella pieza de ropa no se creían mi cambio de actitud, si por la mañana llevaba un bañador de monja, al medio día un simple tanga mucho más atrevido que las braguitas normales de María.
La mesa estaba preparada y nos sentamos, pero antes de empezar María nos dijo que nos esperáramos, entró en su habitación y poco después salió con un tanga diciendo:
  • Es para estar a tu altura.
Nos reímos, lo cierto es que era más pequeño que el mío, además, el suyo no era un bañador si no ropa interior, se notaba claramente por la delgadez de la ropa, seguro que si se mojaba se le trasparentaría todo el coño, y si se le movía se le entraría en los labios y le daría a mi marido una buena vista del coño.
Nos lo pasábamos muy bien, después de comer decidimos "hacer la siesta", eufemismo de follar, y es que oímos perfectamente como gemían en el mismo momento que nosotros follábamos como locos, estaba claro que aquel día sería por lo menos tan intenso como el anterior. Ya más tarde salimos a pasear por los alrededores del hotel, me puse un vestido ancho y cómodo, ella optó por algo parecido pero con una diferencia, pude ver a contraluz que transparentaba bastante y que no llevaba ni bragas ni sujetador.
Cuando regresamos al hotel era para cambiarnos, inmediatamente María se ofreció a dejarme su ropa "y tangas", dijo, así que aprovechando que los hombres se duchaban me fui a su habitación, escogimos la ropa, sabiendo que José estaba en el baño me desnudé completamente y cuando estaba en pelotas se abrió la puerta, me pilló de espaldas, me puse rápidamente el tanga y el vestido, era negro que se agarraba al cuerpo como una segunda piel, el escote parecido al del día anterior pero mucho más ajustado, María le pidió a José su opinión, al girarme vi que estaba desnudo, pude ver su culo, por suerte cogió la toalla antes de girarse, aprobó la elección con grande elogios de mi cuerpo que me ruborizaron, antes de irme María me dijo:
  • Este vestido siempre me lo pongo sin tanga por que se marca mucho, si te atreves te lo sacas
Regresé a la habitación, Juan le gustó mucho el vestido, le conté lo que me había dicho María y su respuesta fue:
  • Seguro que tiene razón, ya ves que haciéndole caso no ha ido muy bien
Nos reímos, me subí el vestido y me saqué el tanga, no pasó ni 10 segundos que llamaron a la puerta, ya estaban preparados, les hice pasar, Juan estaba en calzoncillos y no le importó acabarse de vestir con ellos allí, María se dio cuenta que me había sacado el tanga y me guiñó el ojo
La cena y el posterior baile fueron muy divertidos, ya no me sentía tan cortada y bailé con José más cerca que la noche anterior, de regreso a la habitación fui yo quien les propuse salir a la piscina a tomar algo, aceptaron enseguida, llamamos al servicio de habitaciones y en pocos segundos lo trajeron, cuando más animada estaba la charla, María dijo:
  • Hace una noche perfecta para bañarse denudo
Y sin decir nada más se levantó y se sacó por la cabeza el vestido, a pesar de la poca luz mi marido pudo disfrutar de una perfecta visión de nuestra amiga completamente desnuda, se echó al agua y me dijo que me animara, la verdad es que lo deseaba pero dije:
  • Lo haré si ellos lo hacen
José se desnudó en un abrir y cerrar de ojos, no ocultó que tenía la polla apuntando a las estrellas cuando se bajó los calzoncillos, mi marido empezó a desnudarse pero más despacio, estaba muy cortado pero cuando al fin cayeron los calzoncillos su polla apuntaba al mismo sitio que la de José, María, que no se cortaba, lanzó un grito de admiración.
Me tocaba a mí, así que cogiendo el vestido por abajo me lo fui subiendo entre gritos y silbidos de los tres, cuando acabé lo tiré a lado y me puse desafiante delante de José diciendo:
  • Admira este cuerpo, antes que tu el único hombre que lo había visto era Juan
Todos se rieron de mi decisión, nos lanzamos al agua, con José nos rozamos algunas veces pero siempre de manara involuntaria, de repente ellos dos se pusieron en una esquina y se besaban apasionadamente, María hizo unos movimientos muy claros, acababa de entra la polla de su marido en el coño, empezó a subir y bajar, estaba claro que la follada le gustaba y mucho, Juan tiró de mí hacia otra esquina, no lo dudé, dentro del agua me penetró y empecé a subir y bajar como hacía mi amiga, de vez en cuando nos mirábamos y nos sonreíamos, la primera en correrse fue ella paro tardé poco en seguirla y con gritos por lo menos igual de fuertes que ella.
Me salí de mi marido y cogiéndole de la mano lo llevé a la habitación, quise continuar aquello en privado, y ya lo creo que lo hicimos, otra vez practiqué la comida de polla, Juan la de coño, follamos con el ruido de fondo de nuestros amigos haciendo lo mismo, y además conseguí correrme tres veces!
Y cuando acabamos mi marido se quedó dormido como un tronco y yo sin sueño, decidí salir a la piscina, ya no me molesté en taparme, poco después salió María, José también se había quedado dormido, estuvimos hablando y acabé explicándole todo lo que nos había sucedido aquellos dos días y como habíamos cambiado en pocas horas, quedó muy sorprendida y se alegró mucho de haber sido nuestro motor del cambio.