piso provisional

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Era martes y llovía. Me llamaron para trabajar en otra ciudad y se requería incorporación inmediata así que llamé a una amiga que me buscó alojamiento para esas primeras noches en el piso que compartía ella antes de mudarse con su chico. Hice las maletas y me dirigí allí.
Después de la entrevista, que fue tan sólo un mero trámite, pasé por la nueva casa de mi amiga para recoger las llaves. Fue muy amable y me explicó que había hablado con mi compañero de piso y que no le importaba que pasara allí unos días ya que su exhabitación estaba todavía vacía. También me comentó que trabajaba hasta tarde y madrugaba mucho así que no lo vería demasiado.
Al llegar a mi nueva casa, hice un pequeño recorrido y me instalé en mi dormitorio. Bajé por unas compras y como aún era pronto para prepararme la cena, deambulé por la casa familiarizándome con mi nuevo entorno y me detuve delante de la puerta cerrada de la habitación de mi compañero. Sentía curiosidad por saber cómo era, ya que la casa parecía deshabitada: todo estaba en orden en la cocina y el baño, cada cosa en su cajón, ninguna señal de que allí viviera alguien. Me detuve en silencio a escuchar, esperé unos segundos con la mano sobre el picaporte y abrí la puerta.
Era una habitación mediana, con las paredes blancas y tan ordenada como el resto de la casa: la cama perfectamente hecha, la silla junto a un recogido escritorio, los zapatos ordenados...Tan sólo me llamó la atención un jersey azul extendido a los pies de la cama.
Me senté en la cama y lo cogí. No era muy grande y olía a perfume...Aspiré y cerré los ojos...Permanecí unos minutos más en la habitación.
Preparé la cena y después me recosté en el sofá a leer. Perdí la noción del tiempo cuando me pareció oír a alguien en el pasillo. Supuse que se trataba de él:
-¿Hola?
Escuché sus pasos acercándose al salón. De repente, apareció en la puerta. Era un poco más joven que yo, quizás unos 21 o 22 años. Castaño, de mediana altura. Llevaba unos vaqueros y una camiseta corta que dejaba ver sus espectaculares brazos de gimnasio. Por un instante y de forma involuntaria retuve la respiración.
-Hola, soy Pablo, debes ser Laura.
Me levanté y nos saludamos con dos besos. Recuperé el habla y me presenté. Intercambiamos algunas frases por cortesía y desapareció en la cocina, se preparó la cena y se encerró en su habitación. Así fueron las cosas durante los siguientes 3 o 4 días, a penas lo veía, enredada yo en mi trabajo y él en sus múltiples ocupaciones. Pero el sábado algo cambió. Ambos cenamos en casa y aproveché para comunicarle que por fin había encontrado un apartamento y que en un par de días me mudaría.
-Ha sido un placer tenerte de compañera, si alguna vez necesitas quedarte un par de noches sólo pásate por aquí.
Había quedado para tomar unas copas con mi amiga así que me arreglé y me marché. Volví a casa ya de madrugada, agotada y me metí en la cama sin tan siquiera desvestirme, pero, sin embargo, no conseguía conciliar el sueño. Me levanté y decidí darme un baño relajante.
Después, me encontraba mucho más tranquila. Me enrrollé en una toalla ya que me había desvestido en mi dormitorio y dado que eran casi las 6 de la mañana no me había molestado en coger ropa.
Al abrir la puerta del baño noté una olor que me resultaba vagamente familiar...Crucé el pasillo semioscuro, ya que con la luz que permanecía encendida en mi habitación era suficiente y delante de la habitación de Pablo noté una ligera corriente de aire que sobre mi piel húmeda produjo un escalofrío. Me giré de forma instintiva y me detuve delante de su puerta extrañamente entreabierta.
Escuché su respiración al otro lado de la puerta. Parecía muy cercana. Cuando sigilosamente me dirigía ha coger el picaporte, la puerta se abrió del todo y me encontré cara a cara con Pablo.
Cuando me recuperé de sobresalto le miré sorprendida, aún más al hallar su mirada muy extraña. Se acercó más a mi y rodeándome con sus brazos me besó. Comprendí que era deseo lo que había en su mirada.
Devolví el beso torpemente sin acabar de asimilar lo que estaba sucediendo. Su abrazo fue cerrándose fuertemente alrededor mío y note su lengua cálida entreabrirme los labios para introducirse en mi boca y juguetear dulcemente. La corriente de aire en la puerta hizo que mi vello se erizara y experimente un ligero escalofrío. Apartó su boca de la mía y tiró de mi sin dejar de abrazarme adentro del dormitorio. Cerró la puerta.
Me soltó suavemente e instintivamente me eché hacia atrás, tan sólo unos centímetros, hasta quedar apoyada en la puerta. Nos miramos a los ojos.
-¿Mejor así?-preguntó.
Asentí en silencio. Todavía estaba paralizada por lo inesperado de la situación. Él, en cmabio, volvió a acercarse acariciando mi mejilla con el dorso de su mano. Poco a poco fui calmándome y acerqué mi mano a él. La posé en su espalda y fui subiendo hasta su nuca. Le empujé lentamente hasta que nuestras bocas se juntaron y lo besé. En unos segundos, ese beso tan suave fue volviéndose apasionado y él cruzó los brazos en mi espalda y me atrajó hacia sí levantándome un poco del suelo. Nuestras lenguas luchaban salvajemente por adentrarse en la boca del otro.
Me gustaba su olor; ese perfume me estaba volviendo loca. Aspiré fuertemente en su cuello y lo mordí inesperadamente. Su cuerpo de estremeció de placer. Me aparte sorprendida de mi misma y me miró con una sonrisa. Se sentó en el borde de la cama.Acarició mi pecho por encima de la toalla y poco a poco, mirándome a los ojos, fue desenganchándola y la dejó caer.
Recorrió todo mi cuerpo con la mirada mientras yo esperaba pacientemente su aprobación. Cuando sus ojos se encontraron de nuevo con los míos sonrió.
-Eres preciosa...y hueles muy bien...
Acercó su rostro a mi cuerpo y me besó el ombligó. Su respiración me hacia sentir cosquillas. Le quité la camiseta y pusé mis manos en sus hombros. Abrí las piernas y me senté a horcajadas sobre él. Estaba absolutamente desnuda, pero ya no me importaba. Su torso desnudo me excitaba.
Lo empujé hacia atrás y me acosté rozando deliberadamente mis pezones sobre su pecho y metí mi lengua en su boca unos instantes. Suavemente desplace mi coño sobre su pene erecto. Sólo el fino pantalón del pijama separaba nuestros cuerpos, y con la mano deslicé hacia aajo su pantalón confirmando mis sospechas: no llevaba ropa interior.
Su polla liberada del pantalón me pareció enorme. Volví de nuevo a mis jueguecitos masturbándome con su polla. Me apartó a un lado y me introdujo un dedo con facilidad. Estaba muy húmeda y apenas lo notaba así que con urgencia le pedí que metiera otro. Lo hizo mientras mordía sin miramentos uno de mis pezones. Se me escapó un gemido de placer. Apreté su cabeza contra mi pecho; quería meterlo entero dentro de su boca.
A tientas agarré su polla y comence a masturbarle con rapidez esperando que así él disminuyera la intensidad de las embestidas de sus dedos, pero provocó el efecto contrario y en pocos segundos gocé de un intenso e inesperado orgasmo.
Los espasmos de mi útero apenas se habían detenido cuando poniéndose encima mío me introdujo su miembro. No tuve tiempo de quejarme. Estaba follándome desesperadamente. Notar su polla tan adentro y el roce de su cuerpo en mi clitorís, sumado excitación de notar su semen derramarse dentro de mí provocaron un nuevo estallido de mi cuerpo.
Se desplomó dejando su peso muerto sobre mí y apoyando su cabeza entre mis pechos.
Lentamente fuimos recuperando el aliento y levantó su rotro mirándome a los ojos. Esperaba una sonrisa de satisfacción, pero lo que encontré me resultó todavía más atrayente: deseo.
Cogiéndole la cabeza lo besé de nuevo en la boca y bajé mis manos apretando su espalda. Se apartó a un lado y empezó a acariciar también mi espalda. Poco a poco llegó hasta mi culo y apretó sus dedos agarrándome el clítoris. Notaba toda su mano apretada en mi coño y mi culo. Empezó a moverla mastubándome enérgicamente.Deseé su polla de nuevo y la agarré de la base con mi mano. Me desprendí de él y bajé. Me la metí en la boca sin prisas y lamiéndola desde la base hasta la punta con mi lengua. Me excitaba enormemente notarla endurecerse en mi boca. Le gustaba. Su mano bajó hasta mi cabeza y me apretó con fuerza.
-Ven aquí, quiero volver a follarte.
Me eché a su lado.
-No, ponte a cuatro patas.
Lo hice junto a su cara, mostrándole con descaro mis orificios. Acercó su cara y me chupo con descaro.
Se incorporó y se puso de rodillas tras de mi. Puso la polla en mi coño, me agarró de las caderas y me apretó clavándomela con todas sus fuerzas. Se inclinó y agarró mis pechos con una mano. Su polla entraba y salía fácilmente y con sus manos pellizcando mis pezones me corrí con un sonoro gemido. Noté su semen chorrar alrededor de mi coño...
Me dejé caer y permanecimos unos minutos acostados de espaldas, él sobre mi.
Me quedé dormida. Cuando desperté, él no estaba y escuché el sonido de la ducha. Me dirigí allí completamente desnuda y lo que ocurrió...eso ya es otra historia.